En algunas ocasiones, el ser
humano, desgraciadamente es un autómata dormido inconsciente, que sólo sabe
IMITAR. Imitamos la ropa ajena y de esa imitación salen las distintas
corrientes de la moda. Imitamos las costumbres ajenas aún cuando estás estén
muy equivocadas. Imitamos los vicios, imitamos todo lo que es absurdo, lo que
siempre se vive repitiendo en el tiempo, etc.
Y realmente, la imitación
forma parte de la condición humana; por imitación aprendemos los
comportamientos sociales.
Ahora bien, cuando hablamos
de los procesos creativos, la imitación debe servir de impulso; después, lo
importante no es IMITAR, copiar en negro o en blanco; lo importante es sentir
la honda significación de lo imitado y saberlo adaptar, personalizar y
transmitirlo. Y es que después de la imitación, en el proceso creativo se
juntan otros muchos ítems decisivos: TALENTO, ESFUERZO, PROFESIONALIDAD,
EXPERIENCIA, IMPLICACION, EMPATÍA, FORMACIÓN… que convierten la imitación en
EMULACIÓN. La emulación es el proceso de aprendizaje a través de la observación
en el que se centra la atención en los resultados de las acciones. Por ejemplo,
muchos aprendemos a usar un martillo observando el efecto del mismo sobre un
clavo. Al emular, buscamos reproducir el proceso usando acciones propias con un
mismo fin, es decir, similares pero no idénticas a las observadas, e incluso
muchas veces la evolucionan y mejoran.
Es por carecer de todo esto
por lo que muchas empresas fracasan estrepitosamente. Las ideas se copian; el
talento… JAMÁS.
Se alguien original a quien
todos quieran imitar, no alguien más del montón que imita a los demás. Al fin y
al cabo, la imitación es la forma más sincera de adulación (te observan, te
critican, te envidian y al final… te imitan). Normalmente se imitan a los
individuos que desarrollan el comportamiento que mejor rinde en entornos
concretos. Nuestro éxito provoca imitaciones, tanto para lo bueno (cuando
imitación se convierte en emulación, innovación, superación…), como para lo
malo (cuando se queda en solo eso, una simple y mala imitación –cosa que los
demás saben-).
En este punto de mi vida, no
me molesta que me imiten, sino todo lo contrario, me halaga y me refuerza en mi
éxito. Así que gracias a todos los que lo han hecho, lo hacen y lo harán; pero
sobre todo gracias a todos los que me aportan, me hacen crecer y me permiten
ser emulados.
La imitación debe
convertirse en emulación, en inspiración. Personalmente, y puesto que soy un
ser humano, también imito. Pero si te emociona lo que haces, estas creando. Si
no, estás obedeciendo. Pero si imitas…, al menos, hazlo bien.
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